domingo, 27 de marzo de 2011

LA REVOLUCION INTIMA

Estos días leí en Ñ, la revista cultural de Clarín, un artículo sobre Simone de Beauvoir que llevaba el título de esta publicación y luego proseguía con una pregunta: ¿Cómo leer hoy, a poco de cumplirse 25 años de su muerte, a la autora de “El segundo sexo”?

Al mismo tiempo, concluí la novela La invitada, también de la autora en cuestión. Creo que para responder a la pregunta que subtitula la nota debería en primer lugar preguntarme si en estos tiempos de mujeres presidentes y de la aprobación de la Ley por el Matrimonio Gay alguien lee a Simone de Beauvoir o si ha quedado relegada como parte de un falso preconcepto de glamour y esnobismo de los escritores franceses de ese siglo. Creo que podría afirmar que es así, quizás basándome en el canon que se propone desde la universidad o en lo que puede verse en los recorridos por las librerías y publicaciones online.

Sin embargo, recientemente en París el diario Le Monde con motivo de ese aniversario, organizó un encuentro conducido por la escritora Josyanne Savigneau en el que llegaron a varias conclusiones entre las cuales sobresale la vigencia de la escritora y lo pertinente de sus argumentos a favor de los derechos de las mujeres, la acción y la libertad individual. Simone dijo en alguna oportunidad que “considerarse libre, es querer a los demás libres”, nada más pertinente en momentos en que ciertas libertades se ponen en cuestión.

En La invitada, escrita en París en 1943 Beauvoir sorprende con la naturalidad con que relata una historia de amor bastante particular para esa época y me atrevería a decir que para esta época también, y más allá de que podamos aprobarlo o no desde el punto de vista moral, se rescata el cuidadoso tratamiento de esta relación, el respeto de las individualidades y llama la atención el enfoque liviano desde el cual se pone en duda el modelo de familia tradicional. Ese modo, ese discurso como al pasar, falto de vehemencia pero claro y desprejuiciado desde el cual evidencia una mirada crítica sobre la imagen del matrimonio ideal propuesto por la tradición religiosa es lo que la hace transgresora.

Convengamos que en el Paris de la ebullición, que es cuando se gesta esta novela, todo era posible y quizás favorecida por este contexto Beauvoir se anima como mujer a ubicarse en un lugar sumamente polémico. Con su discurso feminista y su relación de amor libre con Jean Paul Sartre da que hablar a sus contemporáneos y a los pensadores y críticos de la actualidad a propósito de los temas relacionados con la mujer y las libertades sexuales.

Como bien titulado está el artículo de Ñ, con su vida primero y paralelamente después con su obra, Simone de Beauvoir hace una revolución íntima en la que prioriza la defensa de la identidad y los derechos de la mujer.

Es emblemático el final de La invitada:

“Ya nada la separaba de sí misma. Había elegido por fin. Se había elegido”

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