martes, 27 de septiembre de 2011

El oficinista

El oficinista



Guillermo Saccomano sorprende casi siempre, esta vez con una novela que tiene ecos kafkianos. Seguramente por el tema o por el abatimiento que encarna el personaje. Un típico oficinista que trabaja hasta altas horas de la noche sin parar sublimando en el trabajo los deseos frustrados de tener otro tipo de mujer a su lado, e incluso otros hijos porque los ve mimetizados con la madre y ahí el autor se juega mostrando el costado más ruin de un hombre común.
El oficinista es un workaholic en una torre de oficinas de una gran urbe que no se sabe exactamente cuál es pero que está sumergida en el caos del terrorismo, la miseria expuesta en las calles y la opacidad generalizada.
Un hecho fortuito hace que salga disparado hacia una relación amorosa con una compañera de trabajo de la cual se enamora y en la que pone todas sus propias expectativas de ser otro, de salvarse.
Un detalle anecdótico reiterado sobresale llamando la atención: a esa mujer le falta un premolar, y cuando se ríe, por vergüenza se tapa ligeramente la boca, un elemento que denota abandono, deterioro y hasta falta de autoestima, y que no es precisamente el perfil que intenta mostrar de esta secretaria.
Mas allá de eso que sacude un poco, es un relato fluido y deja ver permanentemente que todos podemos ser otros en ciertas circunstancias, sólo hay que estar inmersos en ellas, incluso la secretaria ejecutiva que viste tailleursy es profesora de inglés pero que al sonreir, el hueco del premolar ausente muestra un costado doméstico y primario que devuelve la imagen de otra persona.

sábado, 17 de septiembre de 2011

DEGUSTACIÓN DE TE





El encuentro con Virginia Palmucci y la degustación de té fue un éxito. Hemos pasado una tarde muy agradable y hemos disfrutado de los exquisitos sabores que la sommelier nos ofreció. Como muchas personas se quedaron con las ganas de asistir debido a que se completó el cupo, volvemos a repetir el encuentro el Sábado 24 a las 16hs. Si sos uno de ellos, no demores en reservar tu lugar.
Agradecemos enormemente la participación de todos los que constantemente nos apoyan en estas propuestas y los esperamos en la próxima.












jueves, 15 de septiembre de 2011

FILBA


Anoche volví de FILBA, un mega encuentro literario donde participaron más de 50 escritores de todo el mundo, con sede en distintos rincones de la adorable Buenos Aires. A diferencia de otros eventos anteriores quizás más formales, esta experiencia me dejó otro sabor, sabor a encuentro, o el sabor del encuentro como lo acuñó Fogwill en su brillante época de publicista.

Fue un encuentro cercano con los dueños de las páginas que leo, fue emocionante poder tener frente a mí a Gilbert Joao Noll por ejemplo, contando anécdotas que los estudiantes de letras trataban afanosamente de dejar asentadas en un cuaderno porque debían pensar que así valía la pena, que de esa manera leerían con otro enfoque “A cielo abierto” pero que muchos aprendimos a disfrutar desde otra perspectiva abandonándonos tan sólo a la percepción de los sentidos.

Tener la posibilidad de escuchar a Coetzee, por ejemplo, quién leyó un texto de ficción inédito o a Cees Nooteboom, que en un castellano rústico comentó “ El desvío a Santiago” fue una experiencia enriquecedora.

Son como héroes, son mis héroes, y estuvieron sentados ahí, en una mesita de madera en la Boutique del Libro de San Isidro, o en Eterna Cadencia de Palermo, y vinieron a este país tan lejano como seres comunes a contar cosas de sus vidas. Los veía vulnerables y me costaba creer que eran quienes habían pergeñado esas historias que me sacan tantas horas de sueño porque no pueden abandonarse.

Después de una de las charlas, con mi grupo de amigos nos animamos a invitar con un café a Pedro Mairal, obviamente porque nos pareció más abordable que el resto, aunque no menos genial y me confirmó personalmente la sospecha sobre la identidad de Miguel U, su seudónimo, y nos reímos y charlamos sobre libros y autores por más de una hora y me pareció un sueño poder contarle que compartía sus cuentos en mi taller y en este blog.

Lo último que escuché fue la voz de Santiago Nazarian leyendo el final del cuento Espinazo de pez en un castellano aportuguesado tan musical que lo creí un regalo de despedida:

“Ella tomó el pescado en las manos con una sonrisa en los labios. Era lindo. El origami. La sonrisa. Hacía a la feria hundirse en un océano y a la vida marina dominar. Ella lo llevó hasta la boca, hasta el lápiz labial, y lo besó. “Ay, qué gracioso, hasta tiene olor a pez”.1

Ni una nota, ni un solo apunte, sólo momentos y una larga lista de libros y autores que aumentan los ya pendientes. Éstos son los motivos por los que vale la pena no sólo poder vivir estas experiencias sino estar vivo, tal como lo gritó a cuatro vientos Héctor Alterio en Caballos Salvajes.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Incursionando en la psicoterapia. Irvin Yalom

Incursionando en la psicoterapia. Irvin Yalom


Cuando la curiosidad o más aún la ansiedad nos hace ir un poco mas allá del consultorio de nuestro terapeuta y decidimos avanzar, cuando el ansia por terminar de comprender nuestro propio proceso nos lleva a buscar, en esa búsqueda, podemos encontrarnos (si es que no erramos el camino y nos quedamos con algunos ejemplos mediáticos que circulan en la actualidad ) con Irvin Yalom, un psicoterapeuta y escritor norteamericano. Yalom es catedrático de la Universidad de Standford y ha escrito varios libros sobre psicoterapia.
Aunque en estos relatos son siempre paciente y terapeuta, las historias están referidas a todas las personas y a conflictos universales. Atrapado por estos casos, el lector podrá identificarse así como también espiar el pensamiento del analista durante la sesión. Sus libros constan de relatos sobre la experiencia de la psicoterapia y los dilemas de la condición humana desde un tono intimista y ameno.
Personalmente disfruté mucho " Desde el diván" ya que el lector asiste a la cocina del psicoanálisis, se sienta del otro lado del escritorio y está exhortado a empatizar con el psicoanalista y tener por un momento la otra perspectiva, estar en la piel de quien escucha, percibir su costado vulnerable y humano.
Entre todas sus obras, que son muchas, se destaca una novela de ficción: " El día que Nietzsche lloró" Aquí Yalom elige a Nietzsche como personaje y nos involucra con una historia atrapante proponiéndonos como desafío entrar en el pensamiento de uno de los más grandes filósofos de la historia. Ambientada en Viena en el año 1882, de lectura obligatoria, antes, después o durante las otras.
En estos días está por entrar a la librería " El don de la terapia" pero si quieren adelantarse hay un post en el blog de Ximena Ianantuoni donde se explaya sobre este libro, aquí va el link: http://expansionpersonal.blogspot.com/.
Para comenzar, tenemos en stock Mirar al sol, El día que Nietsche lloró, Mamá y el sentido de la vida, Verdugo del amor, Un año con Schopenhauer y Desde el diván.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Miguel U para este Jueves

Hace ya un tiempo que sigo a Miguel U y me enganché con su escritura en este afán de buscar y hurgar los blogs literarios, en este paseo por el camino infinito que ofrece la web y que en general me deja exhausta y con la triste sensación de batalla perdida pero que al mismo tiempo me permite encontrar estas cosas y sentir el sabor a descubrimiento, sentir como si reanimara algo que yace a la espera de que alguien lo devuelva a la vida. Este es un relato muy corto y simple pero jugoso como muchos otros de Miguel que ya iré subiendo.

Entre los escritorios

Por Miguel U.
Estoy harto de mi trabajo. No quiero ir más. A veces me imagino que me suicido ahí, que viene mi jefe y me cita en su oficina para decirme que mi rendimiento está dejando mucho que desear, bla, bla, y yo me suicido. Pero me suicido sólo para ellos. Después yo sigo mi camino. Los miro agolparse alrededor de mi cuerpo tirado entre los escritorios, y me voy, dejo ese cuerpo de señuelo (el cuerpo que odio, el de corbata), llamo el ascensor, y me voy caminando por Reconquista, desempleado y arremangado, las manos en los bolsillos, y me meto en librerías, hablo un rato con la morocha de rulos que trabaja en El Ateneo, la hago reír, le digo que un día de estos la voy a invitar a comer comida árabe en un restorán de Palermo y me dice “me encantaría” y me doy cuenta de que no tengo un mango porque me quedé sin trabajo, entonces corro para atrás, para atrás, chocándome con la gente porque no veo nada, por florida, lavalle, reconquista, tomo el ascensor, vuelvo al cuerpo, no me puedo quedar sin trabajo, no puedo, reacomodo el cogote a la corbata, estoy bien estoy bien, fue solo un desmayo, sentate despacio, te bajó la presión, tomate un par de días, me los tomo, vuelvo, me pagan, y tengo billetes de cien para invitar a la morocha que por supuesto no existe, no está, no sabe, no contesta.