sábado, 12 de febrero de 2011

LOS ENAMORADOS a propósito del ya instalado en nuestra cultura, mal que nos pese, día de San Valentín.



Hace unos meses una amiga me trajo desaforada como si hubiera descubierto el libro de la verdad, Los enamorados, una novela de Alfred Hayes publicada por "La Bestia Equilátera". Se trata de una edición perfecta, con tapas de cartón fuerte, tonalidad mate como a mí me gusta, hojas de alto gramaje y un diseño de tapa que no puede sino exhortarnos a las mujeres a leerlo, así que no me quedó mas remedio, a pesar del prejuicio que tengo ante este tipo de presentaciones con fachadas tan atractivas, que hurgar en sus páginas, al menos para la devolución que mi amiga esperaba ansiosa y que sería una buena oportunidad para una cena o una salida juntas.
Había oído hablar de Hayes, un escritor inglés transplantado a Norteamérica, autor de otras novelas siempre relacionadas con las intermitencias del corazón pero debutaría con esta.
Los enamorados se publicó por primera vez en el año 1953 con el telón de fondo de Nueva York de la post guerra. Es una simple historia de amor que lleva aproximadamente un año entre un escritor prematuro y una bailarina sin demasiada trascendencia, ambos mantienen una relación libre de compromisos. La historia toma un giro ante la aparición de un factor que altera el orden y hace de visagra en este vínculo de apariencia tan ligera. El narrador hila excesivamente fino cuando se adentra en los laberintos de la mente de los personajes, se centra en el mas mínimo detalle para generar desde ahí una catarsis de asociaciones producto de acciones ínfimas pero que generan grandes consecuencias. Me sorprendió la extrema delicadeza y sutilidad con que el narrador se mueve por las fibras íntimas de los personajes priorizando los monólogos característicos de cada parte de una pareja en crisis. Es un recorrido sumamente profundo e interesante por los vericuetos de las relaciones amorosas.
Este tipo de historias, si bien no son cuentos, se leen " de una sentada" como decía Edgard Alan Poe y así lo hice, después de lo cual salió un mensaje de texto de mi celular: Clau, nos juntamos el Viernes? Sin chicos ni maridos, si?

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