jueves, 30 de junio de 2011

LA CARTA DE ESPAÑA

El cartero dejó la moto en marcha sobre la vereda, dio un salto y atravesó el jardín bajo la mirada acuciante de los perros.

En la puerta de la casa señorial convivían un timbre moderno y una antigua aldaba que a él le encantaba.

Golpeo repetidas veces la manecilla de bronce y una mucama uniformada le abrió.

_¡ hola linda! dijo. _ Esta vez es un paquete que viene de España,

La mucama firmó la planilla, lo tomó y cerró la puerta sin hacer comentarios.

_Señora, han mandado algo de España, le dijo a su patrona al entrar.

La mujer la miró displicente y le indicó que lo llevara a la cocina

Cuando la cocinera se disponía a empezar su tarea, le llamó la atención ese envoltorio ahí arriba, no obstante siguió con lo suyo.

Al día siguiente, entró el jardinero con las manos llenas de flores y no sabiendo donde dejarlas, corrió con el codo el paquete allí instalado, y las dejó sobre el mármol.

Pasaron varios días más y nadie se ocupaba de aquel objeto inánime postrado sobre el mármol.

A esta altura del año era inminente tener que empezar con las tortas y dulces para el cumpleaños de la señora, y este invitado de piedra en un rincón de la mesada molestaba a la cocinera irritándola con su muda presencia, entonces, en un acto de arrojo, la reina de las cacerolas, tomo el paquete, y sin pensarlo dos veces rasgó el papel de un solo saque. A su vista, inocente y pulcro, un kilo de harina integral española develó el misterio.

¡Con razón! , ... pensó , y puso manos a la obra. La harina le venía como anillo al dedo. La notó un poco gruesa, pero igualmente fue a dar adonde debía, al fin de la repostería.

El día del festejo, mientras varias damas compartían el té en el salón degustando las exquisiteces hechas por la vieja cocinera, llegó una carta de España.

La mucama dejó el sobre a la vista en una mesa de apoyo.

Al anochecer, cuando terminó la reunión, la señora lo vio y abriéndolo subió lentamente los escalones.

Querida y lejana prima:

Ha muerto tía Maruja, como bien sabes ella quería dos cosas, que la cremaran y que fueran esparcidas sus cenizas en el Río de la Plata.

Como también sabes, nosotros no tenemos la posición económica de la que tu gozas, y no sabíamos como hacer para mandar las cenizas, puesto que enviarlas como tales implicaba una serie de trámites engorrosos y carísimos.

Así es que a Lorenzo se le ha ocurrido ponerlas en un envoltorio vacío de un paquete de harina. Ya imagino vuestra sorpresa al ver un paquete de harina sin ninguna explicación que le acompañe, puesto que recién hoy hemos caído en la cuenta de que la carta que debía acompañarlo, se nos ha quedado en casa sin saber cómo.

Esperamos no haberte causado problemas, ojalá puedas darle con el gusto a tía Maruja ,no perdemos las esperanzas de verte, un abrazo .

Consuelo .

La señora pensó que las cenizas de la pobre tía andarían perdidas en algún rincón de la aduana, ciertamente no le preocupaba en absoluto, nunca había tenido feeling con Maruja. La carta se le cayó de las manos al quedarse dormida.

En la mesa de luz, sobre un plato de porcelana inglesa descansaba un exquisito trozo de torta.

La Magnolia.-

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