martes, 14 de junio de 2011

SALUD POR EL ARTE

“La literatura es una defensa contra las ofensas de la vida”, escribió el italiano Césare Pavese en El oficio de Vivir. Nada más cierto.

Quienes encuentran en la escritura un medio para canalizar temores, angustias, desamores y frustraciones, saben que luego de plasmar en un papel en blanco todo eso que carcome lo más profundo del ser, se sentirán aliviados. La escritura tiene un efecto catártico y se convierte en una necesidad tanto para quienes hacen de ella un oficio como también para quienes simplemente gozan de su práctica.

La lectura como su contracara se manifiesta como un sistema de socialización necesario para la convivencia humana. Necesitamos desde los primeros años de vida el contacto con el relato, ése es el camino de la cultura a la cual pertenecemos y hará que nos la apropiemos. Leer nos inserta, nos comunica. La lectura y la escritura como dos caras de una misma moneda actúan a favor del enriquecimiento, de la inserción a una comunidad, del desarrollo de las individualidades.

Debemos pensar además en el lenguaje artístico como forma de tratamiento no verbal, por lo cual toda expresión artística, podrá adquirir por sí misma cualidades terapéuticas encausando malestares físicos como emocionales.

Cualquier situación puede volcarse en color y forma, por más compleja que resulte, cualquier planteo puede manifestarse desde la expresión corporal, desde el movimiento, desde la música y la voz. Todas estas manifestaciones actúan como guías a una nueva perspectiva del mismo conflicto, para esclarecerlo, analizarlo y modificarlo.

El tesoro está aquí... tan cerca y tan lejos: siempre dentro de nosotros, listo para aflorar en todo su esplendor.

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